viernes, 3 de agosto de 2012

tormentusco

No llovía desde marzo.  Ni una gota.  Y para transitar de julio a agosto una violenta tormenta quiere ajustar la cuenta de toda el agua que el cielo nos debía.  Agua, piedra, truenos y ventisca sesgada que hizo que el agua entrara a chorro en las casas por cualquier resquicio, por cualquier ventana mal cerrada.

Como agricultor temo estas nubes de verano, de violencia extrema.  Pero como voyeur irredento del espectáculo del cielo me fascina la gestación y desarrollo de las tormentas.  El cielo se contrasta amenazante, el aire se vuelve fino, se mastica el peligro, como se decía en las novelas de Marcial Lafuente Estefanía...