miércoles, 30 de marzo de 2011

9. ¿Quién lo dijo? Marzo 2011

Como antaño, me gustan las tabernas,
donde el vino es barato, el aire espeso,
se escucha lo que dicen los vecinos
de mesa, o, al amor de la costumbre,
vagamente amistoso cada rostro.


Carlos Álvarez, nacido en el Marco de Jerez, hijo de un capitán de asalto republicano, fusilado,  habitó durante largos periodos las cárceles del franquismo y es un poeta que se mueve entre lo experimental y el compromiso social.  Tributario de Blas de Otero, Miguel Hernández o Alberti, su obra ha sido traducida a varios idiomas, como el danes, el italiano, el sueco , el ruso o el árabe.


Los versos que arrancan esta entrada forman parte de un hermoso poema tabernario, En el fondo del vaso,  en el que el vino es el vehículo que hace trascender al "yo" hasta convertirse en conciencia colectiva.  La conciencia de los parias.  La bellísima conciencia de la derrota.

Se apoyan en la barra, en esa hora
crepuscular del día y del trabajo,
los mismos parroquianos, familiares
también al viejo gato que dormita
sobre un tonel, acurrucado y mórbido.
¡Qué placer, entre amigos, la caliente
sensación del racimo; darse cuenta
de que todos (el "yo" en ellos perdido)
formamos un nosotros de más grato
sabor que si sumara cada uno,
sin hermandad, su pobre mercancía...!
Como antaño, me gustan las tabernas
donde, más que el vino, tantas veces 
me embriago de amistad, y casi logro
perder toda memoria de mí mismo.

2 comentarios:

  1. Parece que le gustaban tanto los bares como a nosotros. Guti

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  2. Entiendo que quieres decir como a nosotros "nos gustaban", porque, visto lo visto, Roldan o Tejero deben salir más que nuestra peña...

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