¡Qué concepto extraño e insondable es este de la amistad! Vives en la misma ciudad que tus viejos amigos, o a unos pocos kilómetros y terminas viéndolos en funerales y comuniones. A veces ni eso. Por el contrario, vínculos mucho más recientes y circunstanciales crean unas relaciones afectuosas y absolutamente gratificantes.
Es el caso de nuestros amigos canarios
Santiago Yanes y
Teresa León, capaces de desplazarse un montón de kilómetros para pasar un par de días con nosotros. Santi y Tere han estado en
Férez. Pocas horas, pero intensas: hemos tomado riquísimos quesos canarios y también los no menos ricos de leche cruda que elabora
Pablo Cuervo, el
Cantero de Letur, bebido vinos extraordinarios y, sobretodo, disfrutado por segunda vez este año de nuestros amigachos.
Hemos visto la viña y catado muestras de barrica de los fianzas 2011, hemos pasado calor en el hermoso Letur y su visita fue excusa para montar cena vitagratense en La Zorrera. Hacía mucho que no bebía vinos tan portentosos...
Empezamos con un
Cava del equipo Navazos y Colet. Un vino singular en el que usan un generoso andaluz como licor de expedición. Nariz curiosa, con frutos secos (cacahuetes) y boca amplia y fresca.
Luego probamos el
sputnik de Pepe, la
Verdejo 3.0 de
Herrero Bodega, que gustó a todo el mundo. Una verdejo fresca, fina y aromática, el la linea de calidad habitual de la familia Herrero. Le siguió otro vino de calidad, la
Malvasía de Contiempo. Para mi fue el mejor vino del Encuentro en Tenerife y en Férez dió la talla, mostrando una boca espectacular, intensa y larga. El último blanco constituyó una verdadera revelación:
Vidonia 2011, una muestra de barrica de un blanco singular: reproduce la manera antigua de vinificar las variedades blancas tinerfeñas que iban al fudre todas, salvo la malvasía. El vino, elaborado por
Roberto Santana, combina finura con pegada, con una acidez deslumbrante.
Tintos fueron tres.
El Esquilón, de bodegas Suertes del Marqués, bueno de la mueggte, fino y mineral.
Ciruelo 2011, una desconcertante muestra de barrica tinerfeña a la que hay que esperar y, finalmente un
barolo asombroso que me encantó. Un vino escueto, sin ninguna concesión a la frivolidad. Tierra, humus, champiñones... Un milagro de pureza. El remate fue dulce:
Famara, una moscatel elaborada en Lanzarote mediante el sistema de soleras.
En fin... todo esto ocurrió el viernes 22 de junio. El sábado Tere y Santi se largaron a otros meridianos. La próxima cita, Zanluka de Barrameda, en abril, si don mariano y sus barbas no lo impiden.