jueves, 3 de marzo de 2011

2. El turno de la marcona

El fin de semana pasado casi toda la marcona estaba en flor.  Esta segunda oleada en la floración de los almendros presenta un matiz cromático que la diferencia de la variedad desmayo, una tonalidad rosácea que viste el campo con un toque kitsch.


Escuchemos a Pla: Para comprender la delicadeza entrañable de esta sensibilidad de tejidos, hay que ver los almendros sobre lo desaforado y lo monstruoso. Así un almendro en flor sobre la estúpida idiotez gigantesca del mar en invierno, llega a calidades y delicadezas indescriptibles. Es como una página de Mozart, del triste, juvenil y fugaz Mozart, frente al descomunal bramido.


También sobre las montañas heladas y yertas el almendro llega a la gracia impertinente.  Es como el «David» del Verrochio frente al gigante de dimensiones incomprensibles. ¡Graciosos almendros que ponéis sobre el mundo frío una ilusión de temperatura blanda, casi enfermiza! ¡Qué sois, decidme! ¿Sois un sueño, un deseo, un anhelo o una pura ilusión del espíritu?


Yo creo, en efecto, que los almendros son cosa de poesía y figuraciones muy bellas. Son cosa de tanta belleza que, cuando en virtud de la fugacidad de la vida se produce el desfloramiento, siento la misma vaciedad fundamental que percibí el día que me robaron la cartera.


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