Esta primera semana de jubilación ha transcurrido con la sensación gozosa del tiempo aprovechado, no perdido. Y eso que los días han sido desapacibles, fríos y lluviosos, y no he podido hacer mucho en el campo, apenas clavar una estacas en las cepas nuevas...
Pero entre chapuzas domésticas, intendencia, lecturas pausadas y copejas al amor de la lumbre, constato una vez más lo que siempre he sabido: el reloj se ralentiza en el pueblo, las horas discurren lentas y provechosas. Los días cunden.
Cierro con lo estoy oyendo, un viejo álbum de los 70, de Albert Leornes Greene, el reverendo Al Green, Un interprete que se forjó en el genero góspel al que acabó de darle un timbre soul muy reconocible, con su característica voz en falsete. Hay que revisitar más esta década...
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