Es un ejercicio casi de exploración temeraria, pero mirando hacia atrás aún se puede rescatar del puñetero 2020 algunas imágenes que han merecido la pena. Vinos, paisaje y amigos. A pesar de todo.
Cada día subo a la Loma de La Zorrera. Me esperan allí casi dos hectáreas de touriga para ser atendidas. La subida es un repecho duro, continuo, que hago a diario entre el gozo y a falta de resuello. La subida a la Loma es mi paseo de los tristes, mi gimnasio, mi monte calvario… Un cuestarrón empinado que tiene el doble efecto de agotarme y de ensancharme a la vez, porque a pesar de su pendiente es de una belleza que subyuga. Una belleza antigua, torturada, fragante de monte bajo y acículas de pino, pobretona, reseca, agreste, áspera pero seductora…
Entre tomillos, romeros y pinos, esparto y lavandas se llega finalmente arriba y el efecto es siempre de deslumbramiento: El viñedo se despliega en toda su hermosura en una mesetilla que permite otear el horizonte hacia todos los puntos cardinales y trazar diagonales imposibles entre el Calar y la Cabeza del Hierro, entre la Muela de Moratalla y las lejanas sierras de Yeste…
Estas mañanas frías en las que estoy subiendo a la loma, a podar la touriga, siento como nunca, un rato cada día, la felicidad de la soledad, triscando por entre el pedregal del viñedo, pasando frío, cortando sarmientos, mirando a lo lejos. No puedo evitar sentirme identificado con aquel vecino de Pla al que describía como anarquista bondadoso, solitario, individualista, agricultor de viña, aficionado a los terrenos pobres y retirados, situados entre el cielo y la tierra...
Y como cada día, para cerrar la minúscula entrada, el cuerpo me sigue pidiendo soul. Hoy right to be wrong compuesta e interpretada por la cantante inglesa Joss Stone, a la que el compositor Smokey Robinson, impresionado al conocerla, la llegó a rebautizar como Aretha Joplin, en referencia a las grandes divas de soul y blues de fines de los sesenta, Aretha Franklin y Janis Joplin. Pues eso, entre la tierra y el cielo.
Pasé todo el primer confinamiento en Férez, desde marzo, y no me pesó. Todos los días fui al campo, muchos de ellos a la Loma, a terminar la poda, a cavar cepas, luego a destallar, subir alambres, tender gomas, arreglar goteros. En septiembre a vendimiar, finalmente. Luego empezó el curso, con la jodida semipresencialidad, hasta finales de noviembre... cuando llegó al fin la feliz jubilación.
Hoy he vuelto a subir a la Loma, a empezar la poda. El olor de la tierra, el tacto de los sarmientos, poco amoroso, el color del cielo, el horizonte luminoso como escenario de la mañana fresquita... Todo me devuelve a una realidad familiar y tan rotunda que me hace recordar estos dos últimos meses de docencia como una bruma vaporosa que se va difuminando en mi cabeza. Se alejan las clases a la misma velocidad que regresa el dolor de riñones...
Así que para cerrar este paréntesis y celebrar mi vuelta a la viticultura me enchufo a Millie Jackson, definida por la wiki como una cantante de soul, R&B, quiet storm y disco, no ni ná. Me gusta su voz rajada y el swing inconfundible de su formación góspel. Una hermosa versión del clásico del country "If You're Not Back in Love by Monday"
Después de un noviembre lluvioso (unos 150 litros) ha llegado un mes de diciembre frío y muy ventoso. El aire seco, cortante, hace descender diez grados la sensación térmica y vuelve los días desapacibles. Hoy, además, tristes. El fallecimiento por coronavirus de José Álvarez, Pepe "el tascas", ha sumido al vecindario en una profunda desolación. Pepe era un hombre entrañable, apreciado por todos. Su muerte deja a sus amigos abatidos, por prematura e inesperada.
La edad me convierte en un cateto viajero del tiempo, un mirón empedernido hacia atrás, a la época lejana en la que no había perdidas, solo intensidad. Aquellos maravillosos años...
Esta primera semana de jubilación ha transcurrido con la sensación gozosa del tiempo aprovechado, no perdido. Y eso que los días han sido desapacibles, fríos y lluviosos, y no he podido hacer mucho en el campo, apenas clavar una estacas en las cepas nuevas...
Pero entre chapuzas domésticas, intendencia, lecturas pausadas y copejas al amor de la lumbre, constato una vez más lo que siempre he sabido: el reloj se ralentiza en el pueblo, las horas discurren lentas y provechosas. Los días cunden.
Cierro con lo estoy oyendo, un viejo álbum de los 70, de Albert Leornes Greene, el reverendo Al Green, Un interprete que se forjó en el genero góspel al que acabó de darle un timbre soul muy reconocible, con su característica voz en falsete. Hay que revisitar más esta década...
En 2009 empezamos apartando unas barricas de monastrell que olvidamos en un rincón de la bodega. Con poco orden y menos concierto, cada año hemos ido sacando unos pocos litros de la última, que reponíamos con vino de la penúltima, esta merma de esta se rellenaba con vino de la barrica anterior y la primera con vino nuevo.
Este año hemos decidido embotellarlas porque el resultado es muy curioso... a veces recuerda a un fondillón seco, a veces te transporta al mundo de los olorosos del marco. Una curiosidad que hemos bautizado como "Casa del Maestre" en honor a la repoblación de la comarca en la baja edad media. Sólo cien botellas que estamos vendiendo con cuentagotas...
Como es casi un vino de meditación, lo acompañamos con una balada amable de la artista noruega Silje Nergaard, que ha hecho incursiones jazzisticas de la mano de músicos comoAl Jarreauo Pat Metheny
