Robo descaradamente a Josep Pla el título de este post, pero quede anotado que lo hago sin ninguna intención lírica. Es que no encuentro una combinación de palabras más adecuada para definir la sensación esta de que la poda de la vid nos derrota una vez más. Febrero concluye y los fines de semana no nos bastan para rematar la faena.
Hemos terminado las parcelas más pequeñas, las de tempranillo y cabernet sauvignon, de La Rada, pero la entrada en El Lentiscar, con las interminables hileras de syrah, tiene un efecto desmoralizante.
El tiempo cambiante de febrero nos brindó el pasado fin de semana ratos de sol, ratos de viento y ratos de lluvia sesgada con gotas finas que nos pinchaban los morros como alfileres. Pero llevo al dream team de las podadoras, que aguanta carros y carretas.
Eso sí, el horizonte despejado, los almendros en flor, el espectáculo del cielo, el aire fino... El rato de campo tiene sobre mi un efecto paradójico: me agota y a la vez me da fuerzas para pasar la semana
Algunas aves en Bwindi Impenetrable National Park.
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El Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi se encuentra en el
sureste de Uganda y protege una superficie de 321 km² de bosques de
planicie y d...
Hace 14 horas
Las hileras que no tienen ni principio ni final...malo, malo. Un empujoncico moral..ahggggh
ResponderEliminarP....Lentiscar!!
Lo peor es que cuando quebremos el Lentiscar queda todavía El Molino, Los Almagreros...
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