viernes, 22 de enero de 2021

Matachotos

  Los norteños llaman sirimiri a la lluvia fina y continua de gotas muy menudas.  Aquí de esa lluvia no tenemos.  Cuando llueve lo hace de forma menos finústica y sosegada, con frecuencia en episodios violentos y torrenciales, con mucho estruendo y aparatosidad.  En mi comarca, lo más parecido al sirimiri es el matachotos…

 



Es curioso como paisaje y lenguaje llegan a vincularse.  Las colinas de prados verdes, bosquecillos de caducifolias y voluptuosas ondulaciones se asocian a un elegante sirimiri mientras que este país, áspero y estepario, agreste, produce un descarnado matachotos, que no es sino una lluvia fina y muy fría, invernal, ligada a vientos racheados y desapacibles, de gotas minúsculas que son casi hielo y que, oblícuos y afilados, llegan a la piel como alfileres…

 


Pues eso, que hoy podando he tenido varios momentos matachotos. Del calar bajaban  ventareas destempladas alternando con breves ventanas de sol que han terminado por echarme a casa.  He aguantado como un machote cuatro o cinco embestidas, pero al final lo he dado por imposible y me he venido a refugiar al amor de la lumbre.

 

Así que, embrujado no, pero molesto y desconcertado por haber perdido una mañana de poda, entro en calor y me reconcilio con la vida escuchando a Ella.  Siempre Ella…




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