¡Qué país de excesos, este nuestro! Pasan cinco meses en los que no llueve un minuto y luego, en un minuto llueve lo de cinco meses... Al final, en el pueblo, apenas cuatro gotas, aunque la Cabeza del Hierro mantenía esta boina brumosa
Incluso antes de morir la tarde se asomó el sol y dejo un panorama indolente y vibrante, bruñido de brillo metálico.
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