¡Ven, oh tú, monarca del vino,
gordito Baco de rosados ojos!
¡Que nuestras preocupaciones se ahoguen en tus cubas!
¡Que tus racimos coronen nuestro cabello!
¡Viértenos hasta que el mundo gire!
En Antonio y Cleopatra William Shakespeare no sólo anotó sentencias como aquella que decía: Los que tienen la cara redonda son, en su mayor parte, imbéciles.
El inglés, buen bebedor de vino y gran aficionado
al jerez, dejó escrita también esta lírica exhortación a la narcótica felicidad de la bebida…
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