Presentar a estas alturas a Ferrán Adriá tiene poco sentido. Chef y copropietario del restaurante El Bulli, en Cala Montjoi (Rosas) ha recibido las máximas distinciones gastronómicas y ha sido considerado durante varios años como el mejor chef del mundo y uno de los personajes más influyentes de su tiempo.
Artista de la cocina, introductor de nuevas técnicas, innovador de texturas y presentaciones, vajillas y menajes. Iconoclasta con muchos de los principios clásicos de la cocina, a veces su vanguardismo radical es incomprendido o abiertamente criticado, lo que lo ha convertido a menudo en el ojo del huracán de virulentas polémicas.
Admirado, envidiado, imitado hasta la saciedad, criticado... su impacto nacional e internacional ha sido y es enorme, siendo pocos los contemporánoes de su talla con los que poder compararlo.
La perla que hemos mantenido durante el mes de octubre en el blog la extraje de uno de sus primeros libros, Los secretos del Bulli. Aunque se trata de un axioma menor, de acompañamiento, lo rescaté por la pujanza en enología de la teoría de "lo natural", a veces repetida cansinamente, casi como un tantra, por algunos de sus seguidores...
Por cierto, este Ferrá... ¿No se me parece un poco?
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