La semana pasada estuvimos en el
Salón de las Estrellas, en
Madrid, organizado por la
Guía Peñín. Un salón que reunía a los vinos con, a juicio de esta guía, la mejor relación calidad-precio del país.
El sitio estaba bien bonito, la
antigua estación de Las Delicias, hoy reconvertida en
Museo del Ferrocarril, con los stands de las bodegas dispuestos en los viejos andenes, entre románticas locomotoras y rancios vagones ... Hasta aquí todo bien, pero la altura del techo y lo fresco de este comienzo de invierno convirtieron el recinto en una nevera en la que vinos y personas no sabíamos como entrar en calor. ¡Por dios que frío! No pasaba tanto frío desde unas maniobras que hicimos en los Altos de Chinchilla, un febrero de milnovecientosochentaytantos, en aquellos tiempos heroicos y casposos de la mili obligatoria...
Hasta las cinco de la tarde la feria se abría a gente del sector: prensa, horeca, distribución... y a partir de las cinco al publico. Yo ya sé que a estos saraos no se acude a cerrar negocios sino a hacer ruido. En ese sentido estoy muy contento de haber participado: departí un rato con la Consejera de Agricultura de Castilla la Mancha, me entrevistaron en la tele y, sobretodo, cataron nuestros vinos muchos "especialistas" a los que difícilmente hubiéramos podido llegar de otro modo. Por cierto que algunos nos han dedicado algún piropo, como la gente de
Directo al Paladar, que nos reseñan como de lo mejorcito de la feria...
Hasta el propio
José Peñín, y también el actual director de la Guía,
Carlos González, echaron un ratico en nuestra mesa, cataron nuestros vinos y nos dedicaron cariñosos y elogiosos comentarios...
Arropados por muchos amigos: Ezequiel y Asaf, Pepe Franco, Alberto y Mª Carmen, Justo Menendez y su tropa, Javier Zapata, Elena Pacheco, Mara Funes y muchos desconocidos que se acercaban a probar nuestros vinos, rematamos la tarde atemperados por ese calorcillo humano...
En fin, una pena que el intenso frío desluciera un acto cuya organización, por otro lado, me pareció muy buena. Los vinos, que no estarían a más de 4 o 5 grados, pagaron también esa circunstancia, complicándose su cata. A esa temperatura la fruta se retrae y asoman en boca aristas tánicas que desequilibran los vinos. A pesar de todo, el feedback registrado, tanto de profesionales como de aficionados, ha sido muy positivo.
Para cerrar el post una anécdota divertida... Ya tarde, un americano grandullón que estaba de visita en Madrid a su hija (Erasmus) y que seguramente llevaba visitados unos cuantos stands, paró en el nuestro, cató nuestros vinos y le gustaron tanto que el hombre no paraba de darme abrazos y decirme en un español estropajoso:
Me gustar sus vinos, señor. Luego miraba de reojo a Mª Ángeles y añadía:
también gustar esposa, señor...